lunes, 21 de septiembre de 2015

3 años

Después de un tiempo construyendo  castillos en el aire y dejándome disuadir por lo que la gente cercana a mi me transmite, me acabo de dar cuenta de una cosa: Sigo siendo exactamente la misma persona que hace 3 años.

No he cambiado absolutamente nada, por mucho que yo me haya querido creer lo contrario.

Hoy hace justo 3 años que pasaba mi primer día en la universidad. Era aquel niño tímido, asustado y de personalidad algo compleja que creía que estaba ante mi la nueva etapa en mi vida en la que dejaría atrás mis complejos y mis miedos y empezaría a hacer lo que realmente quería.

Han pasado 3 años realmente complicados en los que mi creciente ego me sugería que las cosas no hacían más que mejorar, que estaba consiguiendo ser la persona que siempre ansié y que si seguía por esta senda en poco tiempo sería envidiado por el resto.

Tres años después, paso la noche en vela reflexionando sobre mi situación actual, la cual creía difícil de mejorar y me he dado de bruces con la cruel realidad. Comparo mi forma de pensar, de actuar, de soñar e incluso de querer, y en nada me diferencio a aquel chaval  que tan perdido se hallaba en la vida.

Bueno si, ahora soy 3 años más viejo, al no querer, algo de experiencia en la vida habré adquirido, pero a mi parecer, insuficiente para afrontarla con tesón.

Llevo todo este tiempo engañándome a mí mismo y creyéndome las palabras de la gente para estar en el mismo sitio. No he hecho más que dar vueltas en círculos y creer las mentiras que llegaban a mí para hacer oídos sordos de lo que pasa a mi alrededor y de mis verdaderos intereses.

En unas horas vuelvo a clase, por lo menos sin el miedo de no conocer a nadie y de esperar ser aceptado, pero por mi cabeza ronda el mismo pensamiento que por aquel entonces: Todavía no se quien soy.